Este verano Bogotá y Medellín fueron las anfitrionas de una innovadora iniciativa LGBT, llamada Ciclo Rosa (www.ciclorosa.com). Este acontecimiento fue patrocinado por el Instituto Pensar en la Universidad Javeriana, las alcaldías de de ambas ciudades, la Cinemateca Distrital de Bogotá y el Centro Colombo Americano de Medellín. La edición del 2006 se dedicó al transgenerismo. El tema fue explorado desde una variedad de puntos de vistas, incluyendo legales, políticos y médicos. Además de contar con un componente artístico y académico, lo radical de esta propuesta fue integrar talleres para la policía y fuerza pública. Lograr una diversidad de públicos es indispensable para este tipo de conversaciones, ya que en muchos casos el público de este tipo de eventos suele limitarse a correligionarios con agendas compartidas. La Coalición de Somos Latin@s LGBT de Nueva Inglaterra fue seleccionada para realizar un taller sobre violencia transfóbica con la Policia Comunitaria de Bogotá. Este taller fue realizado mediante comunicación global , facilitado por la Iniciativa de Agentes Culturales y por el programa de Estudios de la Mujer, Género y Sexualidad de la Universidad Harvard. El equipo de Boston estuvo compuesto por Wilfred Labiosa, Lisa Pic-Harrison, Diego Sánchez y Javier Pagán. Carmen Oquendo-Villar viajó a Colombia y facilitó el taller junto a grupos locales LGBT de Bogotá.
Este artículo replica la dimensión trans-atlántica y provee un contrapunto entre dos narraciones en diálogo dialogantes: Carmen Oquendo-Villar relata su experiencia en Bogotá y Lisa Pic-Harrison ofrece la perspectiva de Boston. -Carmen Oquendo-Villar
La teleconferencia Bogotá-Boston dio inicio al taller. El auditorio estaba repleto con miembros de la Policía Comunitaria de Bogotá y otros agentes del gobierno. La primera cara de Boston que pudimos ver fue la de Javier Pagán, oficial de enlace LGBT en la Policía de Boston. Fue impactante para los policías ver a un oficial gay hablar con tanto orgullo de su compartida profesión. La conversación policía a policía sentó el tono del taller. Al llegar los otros miembros del panel en Boston, los participantes de Bogotá ya estaban animadísimos haciendo todo tipo de preguntas.
Inmediatamente después de la teleconferencia procedimos a la parte más compleja del taller, la parte interactiva donde íbamos a recrear un enfrentamiento entre las prostitutas y los policías. Décadas de endoctrinamiento sobre la “violencia en Colombia” en los medios estadounidenses, habían generado en mí expectativas ridículas sobre la policía colombiana. La conversación pudo realmente comenzar cuando tuvimos de frente a seres humanos de carne y hueso, a oficiales realmente interesados en el tema, y una vez las prostitutas pudieron confrontar en un espacio seguro a sus “agresores” reales y percibidos. Privilegiar el punto de vista de la víctima es uno de los postulados fundamentales del Teatro del oprimido. Por ello, el libreto fue diseñado por las prostitutas. Los policías se sientieron incómodos con la dramatización. Rechazaron la caracterización que las prostitutas hicieron del personaje del policía. Argumentaban que se trataba de una carícatura que los representaba como agresores y agentes de la violencia. Desde su punto de vista, ese personaje era algo “pasado de moda,” según las palabras de un jóven oficial. Casi todos rehusaron identificarse con ese policía de nuestra ficción. Pudimos constatar que los policías tenían una concepción de sí mismos muy diferente a la que podían tener las prostitutas de ellos.El taller ofreció un espacio para dar inicio a conversaciones difíciles que tendrán que continuar. Entiendo que ya hay programados talleres sobre derechos humanos, no sólo en la Policía, sino también en el Ejército. Los policías de nuestro taller pidieron que, si bien era necesario que los policías tomaran talleres para sensibilizarse sobre las personas LGBT, esas comunidades también deberían tomar talleres para aprender sobre su oficio. Nos pareció sensato.
Todavía queda mucho trabajo por hacer para lograr el mutuo respeto entre las comunidades LGBT y las fuerzas de orden. Necesitamos seguir reflexionando sobre la relación entre las ficciones identitarias y las empíricas agresiones a causa del género.La posibilidad de imaginar situaciones de convivencia ciudadana e interacción no violenta alteró la auto-percepción de tod@s los participantes. El teatro nos proveyó la oportunidad momentánea de transformarnos y transformar la sociedad en tiempos tan inciertos como los nuestros. Nos ayudó a sentirnos capaces de construir un futuro, en vez de sentarnos a esperar por él. Ojalá que también nuestro comportamiento cambie en el mundo real, donde realmente cuenta. Paso a paso. Todavía puedo recordar la pregunta del jóven oficial que le preguntaba a su homónimo en Boston cómo podía hacer él para que las personas LGBT tuvieran confianza en él como oficial de la Policía. En esa pregunta cifro gran parte de mi esperanza.
Ya he comenzado a ver los frutos de esta experiencia en Colombia. Escribo estas líneas el once de septiembre desde Tampa, donde me encuentro en una conferencia internacional sobre “Derechos humanos, terrorismo de estado y jurisdicción universal.” Acabo de tener una imporante conversación con otra participante de la conferencia, la otrora juez de Colombia Luz Estella Nagle. La doctora Nagle fue juez en Medellín hasta que tuvo que desplazarse luego de continuas amenazas de muerte y varios atentados a causa de su trabajo sobre el crimen organizado internacional, el terrorismo, la contrainsurgencia y las leyes de seguridad nacional. Forzada años antes a huir de Colombia a causa de su trabajo, su firme convicción en la necesidad de mantener un balance entre la lucha contra el terrorismo y la preservación de los DDHH llevó a la Dr. Nagle a regresar a su país para entrenar al nuevo Ejército de Colombia en materia de DDHH.Nunca pensé que el cine me llevaría a entrenar a la Policía y el Gobierno de Colombia. Pero así había sido, mis viñetas fílmicas sobre Latin@s trans me valieron una invitación formal para combatir en un nuevo ambiente la violencia transfóbica institucional. Como cineasta, es maravilloso ver que mis películas han generado chispas prácticas y han podido intervenir modestamente en el “mundo real.”
El año pasado, la presidenta del Capítulo Puertorrriqueño de Amnistía Internacional tuvo la idea de proyectar mi película Boquita, viñeta sobre personaje epónimo transexual de la República Dominicana, sobre el edificio de la Corte Suprema durante una protesta por derechos transexuales en la Isla. Pensé que esta sería la única vez que se me pediría mi trabajo con fines de activismo político. Sin embargo, mi corazón palpitó fuertemente cuando me llegó la invitación de Colombia –país en el que Boquita pudo lograr su sueño de convertirse en mujer. Supe de inmediato que tenía que aceptar la invitación para combatir la violencia transfóbica; se lo debía a todas las personas que me habían confiado sus vidas parcial y momentáneamente. Fue un honor que Diana Navarro, portavoz de las prostitutas de Bogotá, considerara útil usar mis piezas para comenzar un diálogo entre sus pares.Mientras la Dra. Nagle y yo comparábamos nuestras respectivas experiencias entrenando cuerpos armados le expresé que mediar la conversación entre las prostitutas y la policía constituía sin lugar a dudas la experiencia mas retante y satisfactoria de mi vida profesional y personal.
Lisa Pic-Harrison: Nuestra experiencia en Boston nos decía que la discusión llevada a cabo en Colombia no era simplemente un panel informativo, sino que se trataba de un paso revolucionario hacia el adelanto de los derechos de las personas transgeneristas en Colombia. Los cuatro panelistas de Boston somos miembros de la comunidad L
GBT Latin@ en Boston y nos sentimos muy orgullosos de haber podido participar en una iniciativa tan importante. Todos venimos con perspectivas diversas por nuestras profesiones e identidades. Por ello, pudimos comunicarle esta diversidad de punto de vista al público. Yo hablé de mi papel en el Proyecto Nacional de Responsabilidad de la Policía y compartí las estrategias para reducir los abusos policiacos con la comunidad LGBT. Discutí la importancia de recolectar datos y utilizarlos como herramienta para crear mejores reglamentos.
Este diálogo fue de gran importancia para mí porque soy originalmente de Colombia y recientemente tuve la oportunidad de regresar. Cuando fui a Colombia hace dos años noté la poca visibilidad de la comunidad LGBT. Para mí fue prácticamente increíble el hecho de que el gobierno hubiera patrocinado este acontecimiento y le hubiera dado prioridad a nuestra población. Diego habló sobre su experiencia como un hombre transexual; Wilfred discutió las razones por las cuales esta comunidad tiene un alto índice de problemas de salud mental y algunas sugerencias para mejorar sus condiciones. Javier habló sobre su experiencia como policía y representante de la comunidad LGBT ante la Policía de Boston. Habló sobre las políticas y los procedimientos que su departamento ha adoptado para atender las necesidades particulares de esta comunidad.Como miembros del panel, comenzamos la teleconferencia pensando que estábamos allí para enseñar y proporcionar información sobre las medidas que hemos adoptado en los Estados Unidos para mejorar las relaciones entre la comunidad transgenerista y la policía. Pero sucedió todo lo contrario.
Todos los panelistas nos asombramos de cuánto habíamos aprendido de esta experiencia. Con la ayuda de la tecnología pudimos observar un salón en Colombia repleto de policías, oficiales de gobierno, activistas, y ciudadanos colombianos que discutían la “idea radical” de mejorar el trato a personas transgeneristas como ciudadan@s. Esta conferencia impulsó no sólo a las personas en Colombia pero a nosotros en Boston a continuar esta lucha. Nos conmovió que la discusión no se centrara solamente en cómo vivimos nuestras vidas ahora, sino que también discutimos estrategias para vivir nuestras vidas en su máxima capacidad. Algunos de nosotros nunca habíamos sido parte de un taller en donde oficiales del gobierno, policías, y activistas discutían juntos cómo mejorar la sociedad para incluir a la gente transgeneristas. Nos sentíamos verdaderamente afortunad@s de haber sido parte “de un grupo pequeño de ciudadanos pensantes comprometidos en cambiar el mundo” (Margaret Mead). Este “grupo pequeño” pudo congregar a personas que de otra manera no hubieran tenido mucho contacto. Trabajamos junt@s para traer un cambio positivo para Colombia.
Originalmente de Colombia, Pic-Harrison es directora ejecutiva del National Police Accountability Project. También es parte de la mesa directiva de Somos Latin@s LGBT. Oquendo-Villar es cineasta y curadora independiente. Practica la crítica cultural y se está doctorando en la Universidad de Harvard en Lenguas y Literaturas Románicas al igual que en Cine y Estudios Visuales.